La pasión por ayudar a los demás y la tecnología de software libre están permitiendo a un veterano de guerra construir un mundo más inclusivo.
Para Matt Landis, un veterano es algo más que "un antiguo soldado". Ahora que trabaja para que su hijo autista y otras personas tengan la oportunidad de vivir de forma más independiente, Matt está demostrando que un veterano es una persona que nunca deja de ayudar a los demás.
Al igual que muchos veteranos, este expiloto de helicópteros Apache no se considera un héroe. Después de haber estado destinado dos veces en Irak, Matt tuvo que enfrentarse a un trastorno de estrés postraumático (TEPT), a una lesión cerebral severa, y sintió que ya no formaba parte de la sociedad. Había perdido su objetivo en la vida.
Cuando se enteró de que The Mission Continues organizaba un evento de servicio los sábados con un grupo de voluntarios veteranos del ejército, no quiso perder la oportunidad de unirse a ellos. "Echaba de menos estar con soldados. No había conocido a ningún militar ni veterano desde que dejé el ejército y me había aislado".
Solo pretendía que este evento le sacara del aislamiento que sufría, pero en realidad le ayudó a cubrir una profunda necesidad por sentirse útil. Casi de la noche a la mañana, se dio cuenta de que ser veterano significaba realmente servir a los demás y ser útil, lo que dio a Matt una nueva misión en la vida: una que empezaba en su propia casa.
Ahora, Matt colabora con The Mission Continues, un grupo de veteranos dedicados a ayudar a las comunidades locales con proyectos de servicio, como mejorar las instalaciones deportivas del entrenador Mubarik Ismaeli en el barrio Homewood de Pittsburgh.
Trabajar con veteranos voluntarios ha hecho que Matt renueve su compromiso con el servicio a la comunidad, pero ha necesitado la ayuda de familiares, amigos y un gran mentor para darse cuenta de lo que es capaz de hacer.
"Mis tres hijos son discapacitados", nos cuenta Matt, "y aunque su discapacidad es solo una pequeña parte de quienes son, afecta a sus vidas de una forma desproporcionada". Con tres hijos con trastornos del espectro autista, la familia Landis ha tenido que hacer frente y superar las dificultades de sufrir una discapacidad en un mundo que los ignora. Pero han tenido que adaptarse, ya que su hijo Tristan, de 15 años de edad, no habla y tiene dificultades para realizar tareas por sí solo.
"Hemos sufrido muchos contratiempos y altibajos", nos cuenta Tiff, la esposa de Matt. Pero ella cree que las dificultades que han pasado les han acercado aún más, y que la perseverancia que han demostrado ha influido en sus hijos de una forma maravillosa. "Nuestra prioridad somos nosotros", asegura Tiff. La adaptación es uno de los valores de la familia Landis, al igual que lo son ayudarse los unos a los otros y seguir siempre hacia adelante juntos.
Cuando salen a la calle, Matt y Tristan van de la mano y procuran evitar los ruidos y las multitudes. Matt detecta cualquier pequeña molestia de su hijo observando su comportamiento: cómo agita los brazos, o incluso el ritmo y la profundidad de su respiración. Ayuda a Tristan a superarlo. También le ayuda a cepillarse los dientes, a vestirse y a comer.
Pero lo que no puede hacer con Tristan es mantener una conversación.
Matt no iba a quedarse esperando a que otra persona desarrollara tecnologías que permitiesen a los discapacitados vivir con mayor independencia: él iba a ayudar a crearlas.
El laboratorio de investigación de ingeniería humana de la Universidad de Pittsburgh (Human Engineering Research Laboratories o HERL) es el primer laboratorio de tecnología de asistencia de Estados Unidos. Fue casi instintivo que Matt se viera atraído por la comunidad de ingenieros, becarios, estudiantes e investigadores dirigida por el Dr. Cooper, en la que muchos integrantes tienen alguna discapacidad o proceden de un entorno militar. El HERL se ha convertido en el nuevo destino de Matt, y su misión es una muy especial: desarrollar innovadoras tecnologías de asistencia para tanta gente como sea posible.
Ver cómo trabajan Matt y el equipo en una pieza de hardware equivale a presenciar un reto continuo en el que hay que imaginar cada uno de los obstáculos a los que puede enfrentarse diariamente una persona con discapacidad, y luego hacerlos desaparecer. Una silla de ruedas capaz de subir bordillos no debe hacer caer a la persona que se sienta en ella. Una mano robótica que pueda abrir puertas o encender la luz debe poder controlarse con la yema de un dedo. Un potente brazo que puede levantar a una persona de su silla de ruedas en diferentes circunstancias también debe proporcionar independencia a su usuario y reducir la necesidad de cuidadores y personal de asistencia.
Nuestro objetivo no es la accesibilidad, sino la inclusividad.
Matt Landis
Las soluciones ideadas en el HERL pretenden llevar la accesibilidad más allá de las rampas para sillas de ruedas. Para respetar realmente la independencia y la dignidad humanas, las herramientas deben ser versátiles y resistir el uso diario. Esta filosofía define todo lo que se hace en el HERL y cómo se hace. Todas las personas que trabajan en el HERL, desde los programadores que desarrollan software libre de Android hasta los ingenieros de hardware y los testers de prototipos, tienen el reto de crear tecnologías que se puedan adaptar a cualquiera.
Para Matt, un veterano es algo más que "un antiguo soldado": es alguien que aún tiene mucho que ofrecer.
"Siempre me resultaba difícil, y me costó acostumbrarme a responder a los agradecimientos por mi servicio y cosas así", dice. Desde que se mudó a Pittsburgh, Matt ha aprendido a responder con una invitación cuando la gente le agradece su compromiso.
"Venid", les dice. "Seguidme y trabajad conmigo. Si queréis hablar sobre ayudar a los demás o queréis mostrarnos vuestro aprecio, venid y trabajad con nosotros, porque realmente necesitamos vuestra ayuda. Necesitamos que la gente venga y luche con nosotros por los cambios que queremos ver en nuestra comunidad; necesitamos que formen parte de la comunidad", afirma.